Senel Paz es a partir de su gran éxito "Fresa y chocolate" un retratista de la sociedad cubana. Ya sea desde el exilio en "Cosas que dejé en La Habana" o desde la propia isla en "Lista de espera", el guionista y novelista proyecta su obra desde un ángulo sencillo y cercano en la forma pero rico en contenido. Algo tímido y amante de la vida, Paz nos muestra que la barrera entre cine y literatura se puede cruzar sin traumas. Desde el pasado lunes, el escritor cubano dirige un taller sobre la escritura de guión en la Universidad de Verano Corduba, organizado por la empresa abcguionistas, la Filmoteca de Andalucía, el Ayuntamiento y la Universidad de Córdoba.
¿Suele pasearse por los rodajes para controlar que no maltraten su obra?
A mí particularmente nunca me ha gustado mucho ni me ha interesado ir al rodaje. Voy un día para cumplir con el director y que no piense que no me interesa la película. Al igual que a uno le puede molestar que le controlen cuando está escribiendo, hay directores a los que le pone nervioso que esté el guionista. Eso no significa que otros quieran que estés con ellos.
¿Entonces no hay colaboración con el director?
Las primeras películas que hice en Cuba siempre eran de directores que hacían su Opera Prima y a uno le hubiera encantado que después de darles el guión hubieran dado un viaje y se hubiera caído el avión. Otros querían que yo estuviera ahí siempre. La tercera que hice fue con Gutiérrez Alea. Era un hombre que trabajaba mucho con el equipo, en colaboración. No por separado, porque siempre se dice mucho que el cine es un arte colectivo pero la mayoría de los directores te compartimentan y nunca ponen al guionista a hablar con el músico, con el de sonido... Alea trabajaba de otra manera. Los directores que están seguros son los que más te permiten colaborar.
¿Relaciona su labor en el cine con la de novelista?
Los personajes que escribo en las películas los retomo en la literatura y los he prestado a veces. Son personajes que están viviendo su vida y de pronto dejan de vivir en la literatura y viven un trozo en la película. Tengo esa relación de poder retomar los personajes en la literatura. El hecho de filmar la película, el tema de cámaras y todo eso no me atrae. Lo que me gusta mucho es el trabajo con los actores.
Cuando se pone a escribir, ¿tiene clara toda la historia de principio a fin o crea unos personajes y deja que ellos le vayan guiando a lo largo de la historia?
Nunca ocurre de la misma forma. Hay gente que antes de empezar con el guión necesitan tenerlo todo trazado, conocer todos los personajes. Esto es un buen plan, cuando empiezas a escribir saber a dónde vas y poder tener todo ese tipo de cosas atadas. Pero depende mucho del director. A mi personalmente, quizá como vicio de la literatura, me gusta ir escribiendo con sorpresas y a veces me voy por un camino y se me enciende una luz roja y se que lo voy a acabar quitando pero termina siendo un placer de búsqueda. A veces explorando algo entiendes mejor otra cosa que sí acabarás poniendo en el guión. Al igual que en la novela, en el guión tienes que tener claro todo el entorno de los personajes, pero en el cine es una escritura muy fragmentada, no se llega a la profundidad de la novela.
¿El poder del cine norteamericano afecta especialmente al cine cubano?
A veces no, precisamente porque Cuba es un bicho raro en el mundo a veces llama la atención. Aquí en España hubo un "boom" cubano que no supimos aprovechar porque no teníamos producción. Había un interés en el público porque Cuba es una referencia más viva en España o Francia que Ecuador o Colombia. Ahora nos ha desplazado el cine argentino. Van y vienen. Nuestras películas lo que demuestran es que sí podemos ser recibidos con gusto por el público pero la producción no nos mantiene.
Cuatro cosas sobre SENEL PAZ
Su carrera en cine se inició con Una novia para David, de Orlando Rojas, 1985, Premio Caracol de Guión. Siguió Adorables mentiras, de Gerardo Chijona, 1991, Premio Caracol y Coral de Guión y Premio en el Festival de Cine de Huelva. En 1993 su obra Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, consiguió eco internacional cosechando numerosos premios al guión y a la película. En 1996 adaptó la novela Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes, llevada a pantalla por Gerardo Herrero. En 1999 escribió Cosas que dejé en La Habana, de Manuel Gutiérrez Aragón y en 2001 colaboró en Lista de espera, de Juan Carlos Tabío, si bien como guionista y experto en guión ha colaborado y asesorado en muchos otros proyectos cinematográficos internacionales.
En su faceta literaria destacan El niño aquel, cuentos publicados en 1980 que le valieron el Premio David de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; Un rey en el jardín, novela ganadora del Premio de la Crítica en 1983, editada en Cuba, Checoslovaquia, España, México y Egipto; El lobo, el bosque y el hombre nuevo, relato que ganó el Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo, 1990, y Premio de la Crítica 1992, editada en 20 países y 11 idiomas y con 19 versiones teatrales; Querido Diego, pieza teatral editada en México y España; y Las hermanas, relato para niños, México. Su obra literaria ha sido, además, objeto de adaptaciones para la radio, la televisión, el teatro y el cine internacionalmente.
Como conferenciante y docente, Senel Paz ha participado en numerosos eventos culturales y literarios y ha impartido conferencias, cursos y talleres sobre literatura cubana y dramaturgia cinematográfica en Estados Unidos, diversos países América Latina, y Europa. Fue, además, director de la Cátedra de Guión en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, de 1998 al 2001, y actualmente es Decano de esa Escuela. Posee la Orden "Por la Cultura Nacional", la Medalla "Alejo Carpentier", y Mención de Honor del Premio Madanjeet Singh, de la UNESCO, entre otras condecoraciones. Asimismo, es miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y de la presidencia de esta.