Durante años, los alergólogos han desarrollado unos calendarios en los que se refleja la acumulación de los distintos tipos de polen en la atmósfera. Esto ha ayudado a losmédicos especialistas y a sus pacientes a prevenir y a aplicar la medicación en el momento óptimo. No obstante, en ocasiones, los alergólogos detectan casos de alergia a un tipo concreto de polen cuya aparición se espera un par de meses después según los calendarios polínicos. Por ello, los investigadores en Aerobiología pensaron que debe haber unas partículas perniciosas para el sistema inmunológico, que ascienden a la atmósfera antes que los propios granos de polen. En consecuencia, la amenaza de alergia real no coincidiría exactamente con la cantidad de polen suspendido en el aire, por lo que la precisión de los calendarios polínicos quedaría en entredicho.
"Cuando los granos de polen están empezando a eclosionar en su etapa de formación, probablemente se desprenden pequeñas partículas alergénicas", explica María del Mar Trigo, investigadora del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga. La experta afirma que una de las hipótesis del proyecto Alergén II se fundamenta en que al inicio y al final de la polinización, la cantidad de alergenos del aire es mayor que la de granos de polen. Trigo pone un ejemplo para explicarlo: "Hay alérgicos al polen del olivo que desarrollan síntomas en el mes de diciembre, cuando a priori no es la época de riesgo. Con este proyecto, probablemente veremos que, en ese mes, por la recogida de la aceituna se desprenden los alergenos, causa de esos síntomas".
Los investigadores comparan ahora la cantidad de alergenos en el aire con la de granos de polen al mismo tiempo para obtener conclusiones. La cuestión está en determinar en qué grado afectan los alergenos a la estimación del riesgo real, porque el sistema de medición de estas partículas es mucho más complejo y caro que el de los granos de polen. María del Mar Trigo opina que si coinciden los índices de amenaza, pensarían en mantener los sistemas actuales de medición, porque calcular la cantidad polen en suspensión es un buen índice. "En caso contrario, se podría completar la medición de granos de polen con la de alergenos y realizar así un calendario más preciso para determinar el riesgo a alergia", afirma la investigadora.
En proyectos anteriores se depuraron las herramientas de medición y análisis de los alergenos. Actualmente, para la recogida de datos, los investigadores se sirven de dos tipos de aparatos. Por un lado, los tradicionales captadores de granos de polen. Éstos aspiran 10 litros de aire por minuto, la misma que el pulmón humano, y llevan incorporada una bomba de vacío y una veleta para que el orificio de entrada esté siempre orientado hacia el viento. Por otro lado, los expertos usan un nuevo sistema captador que funciona a modo de filtro, ya que cuenta con distintos niveles en los que se clasifican las partículas en función de su tamaño.
El análisis de las muestras obtenidas se realiza mediante la reacción de anticuerpos específicos de las principales proteínas causantes de las alergias con los alergenos. De esta manera se determina su carga alergénica. En el proceso, los expertos aplican técnicas indirectas por colorimetría a partir de una curva patrón. Ante la dificultad de recabar los anticuerpos, la investigación se centra en el análisis de los alergenos del olivo, gramíneas, parietaria y ciprés, especies de mayor importancia en cuanto a alergia de Andalucía.
El proyecto Alergén II cuenta con financiación del Ministerio de Educación y Ciencia y con el aval de las redes Andaluza y Española de Aerobiología. Está coordinado desde la Universidad de Córdoba y participan en el mismo las universidades de Granada y Málaga. En la UMA llevan desde 1991 estudiando la atmósfera de la provincia para, entre otras cosas, fijar la adas en la comunidad andaluza, Málaga aporta cinco. El proyecto estará en vigor hasta finales de 2009 cuando se espera llegar a conclusiones pertinentes.
(Innova Press/ "Andalucia Investiga")