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GEOPOLÍTICA DEL MUNDO ACTUAL. UNA VISIÓN MULTIDISCIPLINAR
Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos
PEDAGOGÍA PARA LA PAZ: EDUCAR A LA HUMANIDAD EN EL SIGLO XXI
Autor: Ramin Jahanbegloo
Director ejecutivo del Mahatma Gandhi Centre for Peace Studies en la Jindal Global University de India.
¿Cuál es la prioridad de la pedagogía para la paz en el siglo XXI? ¿Estamos transmitiendo culturas y filosofías de paz en escuelas y universidades de todo el mundo, para luego acabar iniciando más guerras y conflictos? ¿Sigue siendo la educación para la paz una prioridad en las universidades y centros de enseñanza del mundo? Finalmente, ¿nos ayuda la educación a tener una vida pacífica y a llevar la paz por todo el mundo? Debemos tener presentes estas preguntas todos los días. Así podremos tratar a las personas, la naturaleza y la misma vida de una manera más empática. Bajo este prisma, la educación es, por definición, una misión ética. En otras palabras, la educación es más que una forma de ser: es el arte de llegar a ser. No se trata solo del proceso de alimentar el alma humana en el sentido de adquirir y transmitir la excelencia, lo que entendían los griegos por su noción de paideia, sino también de algo que el filósofo Bertrand Russell define como «cierto concepto de la vida y el mundo» . Los antiguos griegos entendían la paideia como la esencia de la cultura y la comunicación en una buena sociedad. Según expone el filólogo clásico alemán Werner Jaeger en los tres volúmenes de su libro Paideia: The Ideals of Greek Culture, se trataba del arte de modelar seres humanos «del mismo modo que el alfarero modela su arcilla y el escultor sus piedras, es una idea osada y creadora que sólo podía madurar en el espíritu de aquel pueblo artista y pensador. La más alta obra de arte que su afán se propuso fue la creación del hombre viviente. Los griegos vieron por primera vez que la educación debe ser también un proceso de construcción consciente»2. Es decir, para los antiguos griegos, modelar el carácter de un ser humano significaba educarlo en la virtud y la excelen- cia (areté) para que llegara a ser un ciudadano perfecto. En su Política, Aristóteles sostiene que el objetivo de la paideia es capacitar a los miembros de una comunidad para tomar decisiones sobre la organización política de la sociedad, lo que implica contar con un método para «la decisión de los asuntos de interés general y de los procesos
individuales»3. Es decir, una buena comunidad y una buena educación están relacionadas entre sí.
Como señala Cornelius Castoriadis, «vivir en una sociedad democrática significa reflexionar sobre todos los que nos rodean y, por tanto, reflexionar sobre nuestra propia paideia. Esta reflexión es parte de nuestra paideia como proceso y como espíritu colectivo»4. Por lo tanto, necesita- mos valorar la dimensión paideica de la construcción de la paz. Esto se refiere a los fundamentos éticos y espirituales del proceso de reconstrucción de la paz y la armonía dentro de nuestras sociedades y entre ellas. Así, la consoli- dación de la paz no consiste solo en la reforma del sector de la seguridad de una sociedad que emerge de un conflic- to. Por el contrario, podemos definir la consolidación de la paz como el proceso a medio y largo plazo de educar a la humanidad prestando especial atención a la importancia de promover una paz positiva. En otras palabras, en un mundo realmente preocupado por la felicidad de sus generaciones futuras, la paz y el proceso de domesticar la violencia en y entre las sociedades humanas son el resulta- do continuo, concreto y cotidiano de la educación como proceso de aprendizaje. En este proceso no se puede minusvalorar la importancia de la autonomía y la nobleza de espíritu, que son básicamente virtudes intelectuales.
Por lo tanto, lo que concierne principalmente a la educa- ción es generar un determinado carácter en los seres humanos e instruirlos en la nobleza de espíritu y la base moral común de las acciones. Si esto es así, el objetivo de la educación no es solo una consecución académica, que se estima mediante exámenes, grados y diplomas, sino una consecución de la sabiduría moral. En sus notas para las lecciones de pedagogía, el filósofo alemán del siglo XVIII
1 Russell, Bertrand. «The place of science in a liberal education» en Mysticism and Logic, Harmondsworth: Penguin, 1953: p. 41. (trad. de Santiago Jordan. «El lugar de la ciencia en una educación liberal», en Misticismo y lógica, Edhasa, 2001: p. 76).
2 Jaeger, Werner. Paideia: The Ideals of Greek Culture., Vol. 1. 2.a ed. Trad. de Gilbert Highet. New
York: Oxford UP, 1945: p. xxii (trad. del original alemán de Joaquín Xiral. Paideia: los ideales de la cultura griega, libro primero, Fondo de Cultura Económica México, 2001: p. 11).
3 Aristotle, The Politics, trad. al inglés de Ernest Barker, rev. de R.F. Stalley. Oxford: Oxford, 1995, párrafo 1328b2ff (trad. del griego de Patricio de Azcárate, Política, libro IV, capítulo vii, Medina y Navarro Editores, Madrid 1873).
4 Castoriadis, Cornelius, “Paideia and Democracy”, Counterpoints, vol.422, Critical Pedagogy in the New Dark Ages, Peter Lang, 2012: pp.71-81 (la traducción es mía).
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Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos